martes, 25 de marzo de 2008

Brazo justiciero

Dicen que vino desde muy lejos. No se sabe quién lo contrató, su leyenda ha corrido de boca en boca entre propios y extraños. El Triturador no falla, es lo que dicen; hasta ahora ningún malvado o irreverente se ha escapado a sus dedos de acero, que no tiemblan ante nada. En la ciudad sólo se escucha el rechinido del metal de lo que antes fueron diabólicos seres mecánicos que corrían por las calles sin que nadie se atreviera a más que sólo huir. La ley y el orden han regresado, por fin los cafenautas podrán brincar las aceras sin temor a las máquinas-espectro que de pronto aparecen entre tu-tu-tu-tutus y carcajadas burlonas... se meten, echan laminazo, escupen pasaje en el carril de en medio, circulan sin luces, frenan sin aviso, organizan improvisadas carreras, enciman a la gente-resignación, cobran de más... Pero ahora El Triturador está aquí, es un alivio, un paladín con resultados de ficción, el ruido de su motor y el rechinar de su cuerpo amarillo y el del metal al ser estrujado es música. De pronto un golpe seco corta el idílico momento. Otros vehículos-espectro han tomado el pavimento y lo embisten todo, saben que está El Triturador y quieren desafiarlo. ¿Podrá nuestro héroe acabar con todas las máquinas rodantes que amenazan, golpean y matan?

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