lunes, 11 de junio de 2007

Diálogo entre bocas


Los labios guardan emoción, tiemblan, se abren a la espera como la primera vez; sobre ellos se expande el aliento, como un fantasma caliente que busca otra boca para deslizarse en un gemido delicado. Por eso los ojos no ven nada, dejan el lugar a las comisuras, el resto del cuerpo se estremece por lo que podría venir, no hay nadie más, ni instantes, sonidos extraviados a lo lejos; aparece el cíclope de Benedetti, ya se disolvió con el caer de los párpados. El cerebro se enciende, el pensamiento descansa en los nervios, pero no se va, quiere quedarse, brincar a la otra piel que está cerca; las narices se rozan, el aire se agita. La lengua espera adentro para atacar... Pero no a cualquiera, por eso las prostitutas no besan.
El corazón se comprime y a la vez busca soltarse, los pechos se juntan, la música emana perfume... Los labios son la puerta al paraíso, las manos se rozan, van a la cara para que no se vaya, con delicadeza las pieles lloran, el placer resbala por la espalda para entregarse a las sábanas blancas. Unos dedos hacen a un lado el cabello, los pezones se llaman. Este primer lenguaje conecta a los desconocidos, se deja ir en un suave mordisqueo o en el flujo de la saliva lento, ya no importa nada.
Y en el resto de la piel, la lengua ya no se detiene, arrasa con todo. No escapan el cuello, las orejas, hay estremecimiento... Los exploradores tienen a su merced a la Tierra, los rayos iluminan el cielo, el trueno hace vibrar a los enamorados. Eva y Adán bailan, la manzana se ha mordido, el jugo cae en esos cuerpos. Dios esta vez está distraído. La luna se escondió. No hay nada. No me sueltes al abismo, la serpiente está inquieta...

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