lunes, 5 de noviembre de 2007
El Edén y las aguas sucias
Con costales de arena –por supuesto es una metáfora– el gobierno de México enfrenta la inundación de la mayor parte de Tabasco y otro tanto de Chiapas. Más que el agua de los ríos, lo que no termina de desbordarse es la ineptitud. Las autoridades dicen que el problema es el cambio climático, pero la corrupción ha ocasionado que no se lleven a cabo obras de regulación hidráulica, o siquiera existan sistemas de alerta temprana ante un fenómeno que puede ser previsible. La Oficina de Estrategia Internacional de Reducción de Desastres de la ONU confirmó que la tragedia pudo haberse evitado. Ya con las aguas en el cuello, el secretario de Gobernación sólo alcanzó a decir que “el evento nos rebasó a todo el mundo, y por eso tenemos todos que estar trabajando con toda intensidad”. Ahora, mientras la sociedad se moviliza para continuar su apoyo solidario, muchos políticos no dejan de llevar agua del río Grijalva a su molino o, diría la abuela, a su milpita.
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