jueves, 17 de mayo de 2007

De mamadas y felaciones

Recuerdo aquella noche cuando dijiste que querías entrar a la política. En ese hotel de Tacubaya los gemidos del canal Venus quizá alarmaron a la pareja del otro cuarto, la que nos encontramos en el elevador y no sabían cómo hacernos creer que no estaban ahí para coger. Me hubiera gustado hacer swinging con ellos, pero tú eras sólo para mí y yo para ti. Cerré las pesadas cortinas y sólo la luz de la pantalla del televisor iluminaba nuestro amor. Te sentaste en una orilla de la enorme cama y me pediste que me acercara, y mi estómago quedó a la altura de tu boca. La sangre comenzó a agolparse dentro de mis venas y tus manos empezaron a bajar la bragueta. Yo entonces giré la cabeza para ver qué sucedía en el canal porno. Hubieras también podido dedicarte al cine hard. Pero tú, después me dijiste, querías ser senadora. Tu lengua había adquirido maestría y tus dientes la dejaban hacer. La humedad caliente de tu garganta me hacía creer que si eras capaz de estremecer todo mi cuerpo sólo con el vaivén frenético de tu cabeza, te sería fácil también hacer vibrar a las masas. Te imaginé en el Zócalo, sobre una tribuna, gritando tus ideas y miles abajo con los ojos cerrados por la excitación con tu boca en su mente mientras se masturbaban. Me esparcí sobre tus mejillas, pues sabía que todavía no te acostumbrabas a recibirme. Después las piernas se me doblaron y me hiciste acostar junto a ti, te desnudaste y también a mí me quitaste la ropa. Apoyado sobre la almohada vi cómo te pusiste de pie y simulaste dar un discurso. Tu pechos se elevaban y tu sexo contrastaba con tu piel. Pero tu boca... Ahora masticaba palabras, no las pude escuchar. Sólo miraba tus labios, y mi erección quería alcanzarlos. Fue mi pene, me confesaste, el único que habías probado. Algunas de tus compañeras sí conocían el sabor, pero tu curiosidad era menor hasta que yo te lo pedí aquella vez en el auto. Tal vez fue ahí donde empezó todo, porque después, en tu diario, ya hasta habías tomado apuntes; me viene a la mente uno: “Forma una 'O' con los labios, ponlos cuidadosamente en la punta de su miembro y mueve la cabeza en círculos diminutos. Coloca los labios ajustándolos al tronco y recórrelo, primero a un lado y después al otro. Coge la punta de su pene suavemente entre tus labios, con giros rápidos, besándolo tiernamente y tirando hacia atrás de su suave piel. Permite que el glande se deslice completamente en tu boca y presiona el tronco firmemente entre tus labios. Sostén la presión un momento antes de soltar. Forma de nuevo un círculo con tus labios y besa a todo lo largo de su longitud, succionando y besando al mismo tiempo. Mientras besas, permite que tu lengua 'aletee' por todo su pene acabando en el extremo. Golpeando con ella repetidamente la sensible punta del glande. Permite que su miembro penetre en tu boca tan profundamente como te sea posible (sin ahogarte), presionándolo y chupándolo. No le soples nunca dentro en el pene. Puede ocasionar una infección. También puedes acariciar y besar sus testículos. Puedes permitir o no llegar hasta el final y que él eyacule en tu boca. Igual que puedes tragarlo o no, según te agrade o no su sabor”.
Tu amiga Paola te dio otro tip. “Mira, para que él quede contento con lo que haces debes chuparlo chuparlo hasta que tu garganta se contraiga y lamer, disfruta chupando también sus bolas, es algo que los pone a 1,000, además hazlo despacio y sin prisa, te lo prometo, es algo que no falla..” Intuías muy bien el alcance que podía tener una buena felación en tu futuro. Y aunque las mamadas –“2 (Groser) Tontería que alguien dice o hecho absurdo que realiza”, Diccionario del español usual de México– son recurrentes entre los políticos, tú no te has querido quedar en ellas, sino en las otras, los hechos. Por eso te perdiste estos últimos meses. Vi un cartel: Voto X Mamada, y tú recostada, desnuda, como aquella vez en Tacubaya. Hubiera sido una mamada ofrecer 400,000 empleos (jobs), como es el tipo de promesas de otros, por eso te mandaron correos para que los cambiaras por mamadas (blowjobs) y respondiste que harías 40,000; serán un bukkake de 80 mamadas diarias durante 500 días, es decir 10 mamadas por hora, 1 cada cinco minutos con 1 de descanso, aunque es muy probable, porque eres tan sexy, que muchos eyaculen antes. Ventajas de felar: Las mujeres que realizan felaciones y se tragan el semen regularmente -de una a dos veces por semana- pueden reducir su riesgo de cancer de pecho hasta 40%, según un estudio de la Universidad del Estado de North Carolina (UENC), en el que participaron más de 15,000 mujeres que dijeron haber mamado y tragado semen en los últimos diez años. "Desde que llegamos a las conclusiones citadas, intento efectuar felaciones por lo menos una vez cada dos días para reducir mi riesgo de cáncer de pecho", dicen que comentó la Dra. Helena Shifteer, una de las investigadoras. Casi todas las mujeres realizan, en algún momento, una felación, pero es la frecuencia lo importante, fue la conclusión. Parece que la clave está en las enzimas y proteínas contenidas en el semen. Otros estudios, publicados por las Universidades de Kinushao y Melandoe, en Malasia, señalan que el semen es una excelente crema antiarrugas: más de 75 mujeres utilizaron el de sus parejas tres veces a la semana (con felación incluída, claro) en sus rostros y pechos y, contrariamente a otras 75 que sólo usaron un placebo, luego de 45 días su cutis lucía más terso y con menos líneas de expresión, y sus pechos más firmes. Desventajas: La infección del virus del papiloma humano a través del sexo oral es uno de los mayores factores de riesgo del cáncer de garganta. Indican los expertos que el peligro de contraer el virus aumenta cuando el sexo oral se realiza a varias parejas, pero por fortuna existe el condón, y hasta con sabores.
Pero regresemos a tu campaña de voto por felación. Me enteré que no ganaste tu curul belga, y que sólo obtuviste 15 mil votos. Bueno, dejémonos de mamadas y sigue chupando así.

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