jueves, 31 de mayo de 2007

Mexican tamales


La torta de tamal verde se removió dentro de la bolsa de plástico, encima del escritorio. Ese simbionte chilango buscaba un cuerpo del cual apoderarse, y captó mi adrenalina. Unas horas antes había estado en un bote de aluminio sobre un triciclo estacionado en cualquier parte. En las mañanas de frío en el Distrito Federal el vapor que emanan es el código secreto con el que se comunican estos seres porque se han propuesto invadir la gran ciudad. Yo los he visto afuera de la estación Barranca del Muerto, a un costado del Zócalo, en varias esquinas... Pueden escuchar el roer de las tripas de quienes no han desayunado, entonces lanzan sus vapores entre los transeúntes para atraparlos. Se disfrazan de distintas maneras, unos son verdes –como el que no pude enfrentar–, otros rojos, algunos más se camuflajean con rajas, muchos llevan en sus entrañas frijoles, e incluso los hay de dulce, aunque los más sanguinarios son de mole, porque van directo a la sangre y llegan a cada célula del cuerpo. Tengo noticias de que están en todo el país, y que ahorita mismo alguien está siendo su presa. Las hojas de maíz eran ahora una telera atragantada, la nave en la que se esconden para tomar una fuerza letal. Lo malo es que no había chocolate hirviendo. No importa, al menos yo acabé con uno de esos simbiontes.

No hay comentarios: