lunes, 1 de octubre de 2007
Baile de sombras
Yo prefiero la noche para encontrarme contigo. Entonces iniciamos nuestra danza de vahos mientras los jadeos vudú se oyen cada vez más lejos porque tu piel comienza a acallarlos con sus gritos. Te entregas a mí, desconocida, no eres la misma de hace unas horas; tu espalda estaba fría, temblorosa, pero conforme te has acercado y me has guiado entre las penumbras a otra dimensión, se ha humedecido, gotas de sudor quieren enfriarnos, están alarmadas. Ahora tu cuerpo se agita y las manos se han hecho una sobre mi cabeza; sé que tienes cerrados los ojos, yo sólo pienso en ti, por eso me gusta bailar a la lenta y deliciosa cadencia de tu cintura voluptuosa, ignoro en qué parte de tu sonrisa se escondía. En este momento no tiene caso verte a los ojos, eso fue en la tarde cuando te conocí, somos sombras que se mueven en un cuarto de la ciudad, diferentes a las de la calle. A nadie le importa nuestra música. Mañana seremos ordinarios. Tal vez ni nosotros nos reconozcamos. Por eso prefiero la noche para bailar contigo, en ese cuarto oscuro, los vahos besándose. Afuera las sombras son otras, y adentro nosotros también, yo dentro de ti.
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