jueves, 25 de octubre de 2007
El mundo se detiene en el patio
Lo mejor de Matilda es su desparpajo. Pasea coqueta sus colores por el patio, y se le ve altiva; en su mirada se puede leer que todo está bajo control. Muchas veces el tiempo la ha rebasado y a ella no le preocupa, su alcurnia le impide rebajarse a competir por cualquier cosa. De hecho, a veces parece aconsejar al viento cuando éste la provoca con lengüetazos en su cabeza; quizá se fastidie, pero termina por acariciar y abrirle paso. Ella no detiene su andar lento, el sol un tanto desesperado se recuesta en su caparazón porque su maquinaria está diseñada para moverse más rápido. Es la naturaleza de cada quien, Matilda lo sabe por los años que ha visto pasar a su lado y que terminan por detener más adelante su loca carrera, entonces los observa otra vez altiva, y continúa su andar. Yo no sé si va en la misma dirección que la Tierra o la contradice, pero he visto que eso no importa, ella no deja su pausado avanzar, es parte del mundo, aunque éste quiera moverse más rápido.
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